miércoles, 2 de agosto de 2017

Nueva dirección

Desde ahora seguiremos informando desde:

https://besitoabesito.wordpress.com/

:)

¡Te como!

El otro día me comía al troll a besos y achuchones, cuando: 
- MiniN, ¡te voy a comer enterita! Nomnomnomnom.
(MiniN se pone de repente triste y empieza a sollozar y llorar)
- ¡Noooo, maaaamaaa...! ¡No me cooomaaas!

No sabía si reír o llorar con ella.



domingo, 30 de julio de 2017

Adiós cuna

- Mama, tienes chocolate (señalando mi boca).
- No, troll...
- Abre la boca
(me apresuro tanto como puedo a esconder la golosina que me estaba comiendo, debajo de la lengua)
- Aaaaaa
(el troll mira dentro de mi boca muy detalladamente, arriba, abajo y a los lados,
y se da por satisfecha).
- Vale, mama

Uff.

El jueves pasado abrimos la cuna del troll por uno de los lados, así que ahora puede salir de la cama sola. El experimento "colchón en el suelo" de hace unas semanas no nos salió bien y hubo que ponerla en la cuna de nuevo, pero esta vez ha sido todo un éxito, mucho más de lo que esperábamos. Desde el minuto en que pudo, subió y bajó sola unas cuantas veces y puso a sus muñecos a dormir. ¡Estaba tan feliz!

Cuando llegó la hora de acostarse, se subió ella sola a la cama y después de un par de historias y tres o cuatro canciones (sí, lo sé, tenemos que trabajar en reducir esos números), se dispuso a dormir.
Al poco rato, oímos ruido a través de la alarma. Cuando su padre fue a mirar, la peque había encendido la luz y estaba leyendo. Papa la dejó de nuevo en la cama, con la luz apagada.
Poco después, oímos la puerta de su habitación. La encontramos en el pasillo, y cuando nos vió echó a correr hacia su habitación. Cerramos la puerta y ya no la volvimos a oír hasta la mañana siguiente.

La segunda noche, no salió de su cama.

El sábado, incluso durmió la siesta. Se quejó y no quería ir a la cama, pero una vez dentro, después de los cuentos y las canciones, se quedó dormida.

Próximos retos: adiós chupete, adiós pañal.

lunes, 24 de julio de 2017

¡Pero bueno!



No puedo empezar a describir cuánto me divierto con las exclamaciones del pequeño troll. Lo último es el ¡Pero bueno!, que exclama sin ton ni son en ocasiones muy diversas. Llega a su habitación y encuentra determinado juguete ¡Pero bueno!, le servimos comida en su plato ¡Pero bueno!, mientras juega en su cocina ¡Pero bueno!

Evidentemente lo ha copiado de una servidora, que exclama ¡Pero bueno! cuando llega a una habitación y no da crédito de que pueda estar tan desordenada. 

Otro ejemplo hilarante es el ¡Qué mala suerte! Así tal cual, fuera de contexto. Estás ocupado con tu rutina diaria y oyes detrás de ti ¡Qué mala suerte! 

Cada día es más y más difícil aguantarse la risa con la pequeña N. Incluso cuando debemos (por motivos educativos de no reforzar comportamientos que no queremos que se repitan), a veces tenemos que mirar a otro lado hasta poder hacer desaparecer la sonrisa inoportuna. Pero si soy sincera, me encanta. Me encanta que sea así de payasa y que nos haga reír con tanta facilidad. Y adoro su expresión de felicidad absoluta cuando ve que nos estamos divirtiendo tanto como ella.

Hace unos días, miniN y yo pasamos la primera noche separadas desde que empezó a existir (que se dice pronto). Hasta entonces yo había salido por la noche pero siempre habíamos dormido bajo el mismo techo. Sin embargo, la semana pasada yo tuve que volver al trabajo un par de días, mientras papa y el troll se quedaron con mis suegros de vacaciones. Fueron dos noches en total y aunque la despedida fue dura (puse a la peque a dormir antes de marcharme, pero yo soy llorona como pocas) tengo que reconocer que ese día que pasé completamente sola no me dolió tanto como anticipaba. Sí, fue muy raro estar en una casa vacía y silenciosa. Sí, “malgasté” la noche sentada delante de la televisión, binge-watching en Netflix. Pero oh! No me importaría tener alguna otra de esas noches de vez en cuando (y ni siquiera sé deciros por qué, ya que normalmente si la peque está durmiendo y papa está en el PC, yo más o menos estoy sola igual, jaja!)

miércoles, 12 de julio de 2017

26 meses

Hace tiempo que vengo diciendo que mi pequeña ya no es un bebé, pero ahora está claro que ya es 100% niña. Tanto es así que a veces viene a que la coja en brazos jugando y diciendo "Naia es un bebé", lo cual irónicamente es prueba de que ya no lo es.

Lo sé, lo sé, ya tiene 26 meses, dejó de ser bebé hace tiempo... pero es duro. Es increíble, maravilloso, fascinante, emocionante y apasionante, pero también difícil. Cada día se hacen más mayores y nos necesitan un poquito menos.

Mi hija siempre ha sido tirando a independiente, lo cual es genial. Y ya no me puedo quejar de que sea un poco "despegada" porque la verdad es que conmigo es bastante amorosa de maneras diferentes. Buscándome para jugar, acurrucándose conmigo debajo del edredón huyendo de "monstruo-papa" o diciendo a los demás niños "MIN mor!!!!!" (MÍ mama!!), cada día me envía señales de que me quiere, aunque no lo diga directamente y aunque a veces le pregunte si le puedo dar un beso o un abrazo y me diga que no.

Sinceramente, sigo en el paraíso. Y digo esto después de noche en la que me he levantado dos veces y papá una, porque la peque estaba llorando/quejándose/teniendo pesadillas. Digo esto después de decirle a papá esta mañana ¿estamos seguros de que queremos tener otro bebé en el futuro y volver a las noches de no dormir?

Pero todo vale la pena cuando la peque me pide que juguemos al "escondite". Nuestro juego del escondite consiste en dos turnos:
1. Yo voy a contar y N se esconde debajo del edredón en mi cama (siempre debajo del edredón). Cuando llego al diez, empiezo a buscar y para no encontrarla enseguida, entro primero al baño gritando "¿Dónde está N...? ¿está en el baño?" a lo que N responde "¡No! ¡está en la cama de mama!". Fácil.
2. Cuando la encuentro, me dice que ahora ella va a contar y que mamá se esconde "debajo del edredón, mama". Y N se va a contar, y repite exactamente lo mismo que hice yo, me busca en el baño y luego va a la habitación. 

Y así sucesivamente. A veces hago trampa y me escondo detrás de la puerta, pero con cuidado de hacer algo de ruido para que N no se lleve un susto demasiado grande. 

Normalmente el juego evoluciona en otro en que las dos nos escondemos debajo de un edredón y llamamos al "monstruo papa". Y el monstruo viene y intenta entrar en nuestra "burbuja" y hacernos cosquillas. 

Es una delicia. 

Y sí, sigue teniendo momentos en los que pierde el control, lo cual es absolutamente normal. Afortunadamente, seguimos navegando esos momentos juntas. Normalmente, aunque esté enfadada, siempre viene a mis brazos cuando los extiendo hacia ella. Entonces hablamos. Bueno, yo hablo y ella sigue llorando y quejándose. La mayoría de las veces encontramos un término medio, cediendo las dos un poco. Ni lo que yo quiero, ni lo que ella quiere. Otras veces, tiene que ser lo que yo quiero (por la carretera tiene que darme la mano, en el supermercado no compramos juguetes o es hora de ir a casa o a dormir) y eso supone que quizás acabamos teniendo que cogerla en brazos contra su voluntad. Pero así es como es. Y no me quejo, porque en realidad podría ser mucho peor. 

Por supuesto la gente dirá que tenemos suerte, y quizás sea cierto. Pero yo prefiero pensar que también está influído por nuestro modelo de crianza y por como hemos decidido hacer las cosas. Con respeto, con entendimiento, con cariño, con límites pero con amor y empatía por encima de todo.

martes, 11 de julio de 2017

¿Quién es mi hija?



Mi hija, como todas las hijas a los ojos de sus madres, es simplemente maravillosa. 

Enamorada de la arena y los toboganes, de camiones de bomberos, tractores y excavadoras. Fan de cocodrilos y dinosaurios, de jugar a los monstruos y al escondite. 

Constructora de torres y garajes de LEGO, cocinera experta y catadora de helados (de plastilina). 

Cantautora impredecible y pianista en ciernes, aunque también le gustan la guitarra y la pandereta.

Parlanchina en castellano, y cada día más en danés (un poco a mi pesar). 

Escaladora de montañas de cojines y medalla de oro en gimnasia modalidad colchón de mamá. 

Ciclista amateur. Nadadora con spaguetti en la piscina. Futbolista de pasillos. Funambulista de bancos y medios muros.

Exploradora de bichos, ranas, lagartos, caracoles, gusanos y cualquier cosa que se mueva. Coleccionista de piedras. 
Pintora ocasional (menos de lo que le gustaría) en cartulina de colores. Dibujante de peces y fiestas de cumpleaños. 

Amiga de sus amigos pero sobretodo de sí misma. Humorista precoz. Apasionada de los hotdogs, los pancakes de plátano con miel y el zumo que mamá no le deja beber. 

Niña de mamá (para orgullo de una servidora) en el mejor de los sentidos. Cariñosa cuando le apetece y rotunda cuando no.

Divertida, amable, risueña, creativa, inteligente, aventurera, empática, valiente, atenta, testaruda, decidida, incansable, payasa, cuidadosa, independiente, vivaz. Mi niña linda. Tantos adjetivos y siempre me quedo corta.

martes, 18 de abril de 2017

Canción, mama

Todos los días, a la hora de ir a la cama: "Canción, mama". Tomamos la leche (ya sin biberón, en vaso), lavamos los dientes, leemos un libro y a la cama con una canción que al final siempre son dos (más una de papa).

Los trocitos que conoce, los canta conmigo. Y los que no, me mira embelesada como si una fuera Mariah Carey. Ay ese amor incondicional de hija, ¡que no desaparezca nunca!

Ayer estuvimos en el acuario, y hay un estanque en el que los peques pueden meter las manos y tocar los peces (carpas mayormente, alguna anguila). Y a mi hija, que le chifla el agua, le faltó tiempo para empaparse las mangas. Una vez tocó un par de peces, ya no había quién la sacara de ahí. ¿Miedo? ¿Asco? ¿Qué es eso?

Tal fue la diversión, que esta mañana me recordaba "¡N jugando blablabla peces!". Es increíble la cantidad de vocabulario que tiene la enana, a ni tan siquiera dos años de edad. Conoce tantas palabras, que hay un montón que ni papuchi ni yo reconocemos ;)

No me puedo creer que quede tan poco para su cumpleaños. Esta vez prepararemos una fiesta sencilla pero completa. Hemos encargado un pastel, y habrá globos y guirnaldas y música y regalos. ¡Qué ganas de verle la cara, con lo que le entusiasman las fiestas y las canciones de cumpleaños!
Sí, podría hacerle yo el pastel, pero no sería lo mismo. Mamá y los pasteles no son un gran combo. El año que viene, ¡empezaremos la tradición de hacerlo juntas! (así si sale un "churro", será porque la peque está ayudando ;) ).

Apenas encuentro tiempo para escribir, y cuando lo hago no recuerdo la mitad de cosas que quería inmortalizar. Adoro ser madre. Es lo mejor del mundo, y nunca me cansaré de decirlo. Mi hija es amor, da besitos (cuando quiere, que no es muy a menudo, pero eso sólo hace sus besos más especiales), me abraza constantemente, me pide que leamos juntas, que juguemos juntas, me prepara la comida (de plástico), si se va de la habitación me avisa "ahora vengo mama". Cada vez que baila me roba el corazón y si ve que me hago daño, me acaricia y dice "no pasa nada, mama". Es alegre y payasa como papa y mama y a veces tiene mucha paciencia con los dos. Hemos empezado con una cuidadora nueva y la adaptación fue increíble (de un día para otro ya pasaba allí la jornada entera). Luego en vacaciones le tocó estar con otra persona y aunque se notaba que no le entusiasmaba, entendía que teníamos que ir a trabajar. Esta semana, su cuidadora está ingresada así que se queda con OTRA persona diferente y hoy aunque se ha quedado un poco extraña al llegar, cuando la he recogido estaba más contenta que unas pascuas. Todo el que se queda con ella coincide en que es una delicia tenerla allí. Una niña espavilada, graciosa y fácil. Come bien, duerme bien, se porta bien.

Que sí, que en gran parte seguro que es "amor de madre". ¡Pero está claro que algo estamos haciendo bien!